La tecnociencia en la piscicultura en Tabasco
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Resumen
Para poder superar cualquier adversidad en el desarrollo de la actividad acuícola y
pesquera en la entidad, como la impresionante baja de la producción de la captura
de la mojarra ocasionada por la invasión del pez diablo y por las perturbaciones
climáticas, registradas recientemente, en las cuencas hidrológicas de los ríos
Grijalva y Usumacinta se requiere instrumentar un estado de alerta continuo en
Tabasco, para incrementar la producción pesquera permanentemente, generar
empleos en el campo, coadyuvar a la autosuficiencia alimentaria y mejorar la calidad
de la misma, (Martínez y González, 2016),
Para resolver este constante descenso de la producción en la pesquería de la
mojarra, la segunda en importancia por volumen y significancia social en el Estado,
los gobiernos federal y estatal llevaron a cabo, en conjunto, la aplicación de una
investigación científica empleando una nueva modalidad de la ciencia: LA TECNO CIENCIA, mediante la cual se instrumentaron dos programas para guiar el
desarrollo de la investigación en piscicultura, a lo largo de los años de 2013 al 2017
(CONAPESCA-SEDAFOP, 2013-2017), en los que se produjeron 9,523 toneladas
de tilapia cultivada, se adiestraron a más de 100 productores del sistema producto
Tilapia, se otorgaron 235 apoyos económicos para la investigación y fomento de la
piscicultura y se crearon y/o ampliaron 187 granjas piscícolas, aplicándose los
nuevos conceptos y criterios de la investigación científica de la Tecnociencia, que
requieren de la práctica científica, de los sistemas de Investigación + Desarrollo +
Innovación: (I+D+i), de la corrección de las acciones, y de una mayor pluralidad de
valores para evaluar la obtención de resultados de aplicación inmediata, redituables
y de amplio beneficio social, enfocándose más en el quehacer científico que en el
conocimiento teórico, prestando mucha más atención a la tecnología, y ocupándose
ante todo, del análisis de la actividad tecnocientífica, en lugar de centrarse,
solamente, en el conocimiento teórico o en los artefactos tecnológicos.
Existe la hipótesis de que, a finales del siglo XX, gran parte de la ciencia ha
experimentado una profunda mutación y se ha transformado en tecnociencia, ha
surgido como una nueva modalidad de ciencia que se ha esparcido por todo el planeta, la cual no se limita a describir o explicar el mundo, sino que pretende
transformarlo, constituye una auténtica revolución que ha cambiado la estructura de
la práctica científica, más que los paradigmas del conocimiento (Echeverría, 2010).
La revolución tecnocientífica, que posibilita un nuevo modo de hacer ciencia, se
inició en los E.U.A., durante la segunda guerra mundial y se distinguen tres etapas:
En la primera …… “ de 1940 a 1965, surge la primera etapa de la tecnociencia, la
llamada macrociencia con la implementación de enormes proyectos de
investigación como la creación de la bomba atómica, la carrera espacial y la carrera
armamentista, la segunda etapa, de 1966 a 1976, fue una etapa de estancamiento
por el fracaso tecnológico de la guerra de Vietnam y la repulsa mundial social a la
macrociencia militarizada, y la tercera etapa, de 1977 a la actualidad, que ya surge
como tecnociencia impulsada por grandes empresas más que por los Estados,
(Echeverría, 1995). Así como la ciencia moderna fue europea, la tecnociencia es
norteamericana.
Es esencial desarrollar la genealogía de la ciencia en México, no la búsqueda de su
origen, ni el relato descriptivo de una cronología lineal, escasa y de poca
trascendencia, se trata de situar, determinar, encontrar las particularidades que han
conformado una ciencia que por perder su historia no tuvo camino propio y que, en
el tiempo, extravió su rumbo y su destino.
Por lo tanto, la Tecnociencia tuvo que arribar a México desde otro país: los E.U.A,
la genealogía de nuestra ciencia no la pudo gestar, es sorprendente como este
concepto, que se originó en los Estados Unidos desde a mediados del siglo pasado,
no se haya desarrollado aún en México, donde continuamos sumergidos, sin poder
“evitar la interminable expresión ciencia y tecnología” (Latour, 1983) y donde el
conocimiento científico sigue apareciendo como un conducto riguroso y el método
científico como una sola manera de investigar ajeno a los movimientos sociales,
políticos, culturales y económicos (Castaño, 2013). Sin embargo, aquí en el sureste
de la República, en Tabasco, hay ejemplos del desarrollo de una macrociencia
mexicana con el proyecto del control hidráulico de la cuenca del río Grijalva, la
construcción del Plan Chontalpa, la introducción de la Tilapia, y por supuesto, ya
como una acción de tecnociencia propiamente dicha: la construcción de la Refinería
“Olmeca” en Paraíso Tabasco.
Hay una distinción entre saber y conocimiento, lo propio del saber no es ni ver ni
demostrar, sino interpretar (Foucault, 2010), y agregaría: concretar. La parte
principal del saber la constituye la práctica del sujeto, “…esa práctica en que los
conceptos que aparecen, se definen, se aplican y se transforman para instrumentar
discursos con criterios formales de cientificidad…” (Foucault, 2008).
Dentro de la percepción científica que se ha tenido, el conocimiento ha sido diferente
en la medida en que no se conoce la diferencia, este conocimiento, por todas partes
ve únicamente semejanzas y signos de la semejanza, para él todos los signos se
asemejan y todas las semejanzas valen como signos.
La ciencia ha estado reducida a la soberanía de lo mismo, a una determinada
modalidad de conocimiento, el conocimiento de lo mismo: el conocimiento teórico y
que debía de ocuparse, solamente de las teorías científicas y de la epistemología,
“se forzó a no entender la diferencia, a no distinguirla, a no alcanzarla a lo largo de
un recorrido indefinido en el tiempo”, (Foucault, 2006) pero ahora con el concepto
de la tecno-ciencia o sea un nuevo modo de hacer ciencia en el siglo XXI, se
intercepta la parte más importante del saber: la práctica, se privilegia la práctica
científica y está en pleno auge en las áreas científicas de donde surgieron las
matemáticas, la física, la química, la biología y la medicina, e influye cada vez más
en las ciencias sociales y humanas (Echeverría, 2005).
El surgimiento de la tecnociencia ha traído consigo la instauración de un nuevo
ámbito de reflexión moral, la axiología de la tecnociencia, con una mayor pluralidad
de sistemas de valores involucrados en los procesos de evaluación. La filosofía de
la ciencia no debe limitarse a ser una teoría del conocimiento científico
(epistemología), sino que también ha de ser una teoría de la actividad científica.
Otro tanto cabe decir de la filosofía de la tecnología. La tecnociencia no se limita a
describir, explicar o predecir lo que sucede, sino que interviene en el mundo, sea
éste, físico, biológico, social, simbólico o de otro tipo, para transformarlo
(Echeverría, 2010). Sin duda, la principal fortaleza de Tabasco para llevar a cabo la pesca de captura y
la acuicultura son los recursos acuáticos con que cuenta, concentra casi el 30% de
los recursos hídricos del país (Kauffer, 2005) en tan sólo el 1.3% de la superficie
nacional, su red hidrológica, está formada por los dos sistemas fluviales más
importantes del país: el Grijalva y el Usumacinta, Tabasco es, sin duda, el estado
de la república con más cuerpos de agua en su superficie, cerca de la tercera parte
de su territorio, 750,000 has aprox., llegan a estar cubiertas de agua (Galván, 2013),
100,000 son embalses permanentes, 30,000 son lagunas costeras, 350,000 son
humedales y 270,000 son aéreas de inundación, conformando más de 300 lagunas
permanentes, una intrincada red de ríos, arroyos, riachuelos, extensos y múltiples
pantanos y una enorme profusión de pequeños embalses y pozas, se cuenta
además con poco más de 11,000 km2 de plataforma continental y más de 190 kms
de costa; en todo este territorio acuático, 17,000 pescadores han llegado a capturar
poco más de 64,000 ton de 80 especies de peces, moluscos, reptiles, crustáceos y
tiburones (Iracheta, 2013), haciendo de Tabasco la región ideal para el desarrollo
de la pesca y la acuicultura.
Otra fortaleza de Tabasco, digna de mención, es su condición de trópico, que hace
que todos los organismos acuáticos se desarrollen rápidamente y a lo largo de todo
el año (Juárez, 2013), la entidad cuenta con las condiciones climáticas y
ambientales óptimas para impulsar y desarrollar la piscicultura, la ostricultura, la
camaronicultura y cualquier otro tipo de cultivo acuático, pero especialmente el
orientado al cultivo de la Tilapia, ya que hoy en día, existe amplio conocimiento del
manejo de esta especie en la zona y una gran aceptación en su consumo (Galván,
2013). Además, se tiene establecida en la entidad una demanda popular de
productos pesqueros, cuyo origen se encuentra en las tradiciones del tabasqueño,
al cual no es necesario enseñarle a pescar o comer pescado y a la riqueza de su
entorno (Ocaña, 2013).
La pesca mundial de captura continental y marina está estancada en los 90 millones
de toneladas anuales de promedio, desde la década de los 90’s del siglo pasado,
pero el crecimiento a nivel mundial de la acuacultura continental y marina, prosigue a un ritmo mayor que cualquier otra actividad productiva actual en el campo, (F.A.O.
2020).
Esta numeralia nos orienta y afirma con precisión, que el futuro de los incrementos
de los volúmenes de productos pesqueros de Tabasco esta precisamente en el
desarrollo de la acuicultura continental y marina y ya no solamente en la pesca de
captura de existencias silvestres continentales y marinas (Iracheta, 2013).
Cuando existe a través del tiempo, el interés y rectoría de los gobiernos federal y
estatal, por el crecimiento de la actividad acuícola en la entidad, esto se ha
convertido indudablemente, en otra de las fortalezas para su éxito (Juárez, 2012).