Estrés fisiológico microclonal de Vallisneria americana por la variación ambiental C/N/P
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La cantidad de Nitrógeno (N) y Fósforo (P) en los ecosistemas acuáticos ha
incrementado por la eutrofización acelerada. En particular, el N es el protagonista
de muchas hipótesis que explican la declinación de poblaciones de vegetación
sumergida (VS) en los ecosistemas eutrofizados (Ghaly y Ramakrishnan, 2015).
Entre las hipótesis ecológicas que sustentan el fenómeno de estrés de la VS por
eutrofización destaca la acidificación del agua, el enriquecimiento de nutrientes y/o
de N, la toxicidad de NH4 y en menor medida de NO3, el desbalance de la relación
N/P y entre otras se menciona el enriquecimiento de P (Lambert y Davy, 2011;
Bautista-Regil et al., 2016), así como el estrés oxidativo que genera especies
reactivas de oxígeno (ROS) y de N (RNS) (Zhang et al., 2010; Steffens et al.,
2013). Pero las hipótesis requieren comprobación científica frente a los efectos
actuales y futuros del cambio climático, puesto que puede potencializar los efectos
de la eutrofización sobre la VS representativa de los ecosistemas tropicales
costeros.
El cambio climático, señalado como uno de los principales factores responsables
de la pérdida actual de biodiversidad (Harley, 2011; Alaa y Zaki, 2010) presenta en
los ecosistemas acuáticos eventos climáticos extremos que tienden a incrementar
en intensidad y frecuencia, lo cual dificulta la planificación para enfrentarlos (IPPC,
2014). Por el cambio climático se ha elevado la concentración global promedio de
CO2 que supera los 360 ppm, que sin reducción de emisiones de CO2, puede
alcanzar 450 ppm en el 2040 y exceder 700 ppm en el 2100, lo que conduce a un
mayor incremento de su concentración en aguas superficiales (Houghton et al.,
1996) y amenaza los procesos biogeoquímicos resilientes del ambiente acuático
(Hasler et al., 2016)
En la actualidad, los ciclos biogeoquímicos de N y C son los más alterados
globalmente (Suddick et al., 2013; Duckworth et al., 2016; Tanner et al., 2016). En
el medio acuático las formas iónicas de N más abundantes se encuentran entre la
gama de valencias de -3 (NH4) a +5 (NO3) (Van de Wal, 2007; Andrews et al.,
2013) o forman RNS en el sistema biológico (Henssen, 2013). Los iones de NH4 y NO3 son los nutrientes usados por la VS en diferentes preferencias y
proporciones, de tal forma que el incremento de N las afecta de varias maneras
(Köln et al., 2007). El impacto del N sobre organismos depende de factores como
el tiempo de exposición, la cantidad, la sensibilidad de la especie, la forma
nitrogenada y además de la biodisponibilidad de otros elementos como el P y C.
El ciclo biogeoquímico de C impacta en la ecología de sistemas (Matveev y
Robson, 2014). Así, el incremento en la disponibilidad de C por el cambio climático
tiene implicaciones puntuales en la salud del ecosistema y las actividades
humanas. La presión selectiva por la mayor disponibilidad de CO2 en ambientes
acuáticos ha desarrollado el mecanismo de absorción de HCO3 en muchas
especies de VS. Este mecanismo se ha catalogado como un factor determinante
en el crecimiento, competitividad y composición de las comunidades. El impacto
de la mayoría de las variables del cambio climático es más similar dentro de las
comunidades de plantas sumergidas, marinas o de agua dulces, que entre
sumergidas vs comunidades de plantas emergentes. Sin embargo, son las
sumergidas las que han recibido los impactos de N sobre la transparencia del
agua y de un modo bastante diferenciado entre especies y ecotipos.
A causa del cambio climático, el debate respecto a las variaciones e intensidad de
las fuentes de Nox (NO3) y Nred (NH4) en la respuesta de estrés se ha centrado
en explicar la influencia de la sinergia C/N/P sobre la variabilidad adaptativa entre
especies y ecotipos, hasta ahora desconocidas (Xing et al., 2015; Malyshev et al.,
2016). Debido a la alta variación intraespecífica vs interespecífica de las plantas
se ha enfatizado la importancia de incluir ambas variabilidades en las hipótesis
ecológicas (Luo et al., 2010), así como en las aplicaciones prácticas que atañen a
la biodiversidad y a la conservación y recuperación de vegetación funcional en los
ecosistemas acuáticos impactados.
Vallisneria americana Michx. (Hydrocharitaceae) es una especie herbácea
perenne, integrante de la VS típica de la zona costera del Continente Americano
(Novelo, 2006). Sus poblaciones colonizan comúnmente sedimentos suaves de
aguas poco profundas de energía baja a moderada (Copertino et al., 2016). La especie es una monocotiledónea enraizada, de hábitat preferencial limnético y con
tolerancia al estuarino (Lowden, 1982; Novelo, 2006). Esta angiosperma acuática
es una representante del metabolismo fotosintético CAM; sin embargo presenta
los mecanismos de asimilación de CO2 y HCO3 en función del pH ambiental
(Nishihara y Ackerman, 2007). Por ejemplo, en agua dulce de alcalinidad baja, la
VS tiene mayor acceso al CO2 disuelto.
Las plantas acuáticas CAM habitan en cuerpos de agua someros moderadamente
fértiles, sitios donde la fotosíntesis potencialmente está limitada por el C (Keeley,
1998). Ellas experimentan fluctuaciones extremas por la disponibilidad de C y
toman ventaja de los niveles elevados de CO2 nocturnos en estos hábitats.
La VS constituye un hábitat de compleja interacción con los componentes físicos,
químicos y biológicos del ecosistema (Gao et al., 2016), por ejemplo, destaca su
función como barrera de dosel que mitiga el impacto de las olas, protege de la
erosión la costa y los fondos de poca profundidad, deposita materia suspendida
entre el follaje al reducir la velocidad de la corriente y aumenta la transparencia del
agua. Atrapa y estabiliza a los sedimentos mediante el rizoma, contribuyendo en la
acumulación de materia orgánica y el secuestro de C (Copertino et al., 2016); de
hecho, su presencia aumenta la probabilidad de convertir los cuerpos de agua en
sumideros de C (Jeppesen et al., 2016). La VS controla parte de la oxigenación, el
contenido de nutrientes y la mitigación de contaminantes exógenos como
insecticidas (Brogan y Relyea, 2017). Por la arquitectura foliar y la red clonal que
forma sobre el sedimento, sus poblaciones funcionan como hábitat que
proporciona sombra, refugio y alimento a la fauna plantónica y béntica,
representada por invertebrados y peces (Catling et al., 1994; Aguilar, 2005; Lindig
y Zambrano, 2007; Madsen, 2014). Por lo tanto, sostiene la cadena alimenticia de
muchos organismos de importancia comercial, aves acuáticas y especies en
peligro de extinción (Sánchez et al., 2012; Copertino et al., 2016). Por sus
aportaciones ecológicas en la estructura y funcionamiento del ecosistema acuático
la VS es reconocida como un ingeniero ecológico natural. En V. americana, el mecanismo de propagación vegetativa o clonal es más común
que el sexual (Glover et al., 2015). Las plantas clonales en ambientes
heterogéneos, pueden compartir nutrientes y carbohidratos (Salman, 1985; Xiao et
al., 2011; Wolfer et al., 2012; Dong et al., 2014); incluso se ha documentado que
transportan formas específicas de N a través de rametes interconectados (Dong et
al., 2014); este rasgo fisiológico favorece su colonización o escape de ambientes
con exceso o deficiencia de nutrientes (Xiao et al., 2011). No obstante, el beneficio
de la integración clonal puede ser diferentes entre especies acuáticas (Pennings y
Callaway, 2000). En consecuencia, el declive de la salud ambiental y de la
superficie de colonización o la pérdida de las poblaciones por el incremento de N y
C pueden alterar las funciones ecológicas que estas ejercen en los ecosistemas
acuáticos (Touchette y Burkholder, 2007, Touchette y Steudler, 2009).
Las altas concentraciones de N consiguen beneficiar a muchas plantas porque lo
absorben directamente del ambiente (Rabalais, 2002; Ghaly y Ramakrishnan,
2015); sin embargo varias especies de la VS han reportado toxicidad o inhibición
fisiológica por la nutrición de diferentes formas de N (Sarasketa et al., 2016). En
especies marinas, estuarinas y limnéticas como Posidonia oceanica, Potamogeton
densus, Ruppia drepanensis, V. natans, y Zostera marina, el efecto tóxico o
fisiológico puntual de NH4 y el NO3 es reconocido (Touchette y Burkholder 2007;
Cao et al., 2007). Sin embargo, V. spinulosa superó el efecto tóxico de N en
concentraciones de 2.5 a 10 mg L-1 frente a cargas de P moderadamente altas (Li
et al., 2008). En cambio, el incremento en las relaciones de NH4 y NO3 fueron
tóxicas o disminuyeron los parámetros morfológicos y fisiológicos de V. natans
(Dou et al., 2013).
A escala in vitro, las plantas de V. americana presentaron estrés letal con el
incremento de N-NO3 total incluso en niveles bajos de relación N/P (Bautista-Regil
et al., 2016) y clonaron en concentración de nutrientes de un ambiente limnético
con la relación 16:1 (Bautista-Regil, 2014). Las investigaciones de estrés en
aproximación reduccionista ofrecen ventajas ecológicas, incluso respecto a los
estudios en microcosmos (Ruiz-Carrera y Sánchez, 2008). El diagnóstico de estrés in vitro es una herramienta que contribuye a reducir la incertidumbre en la
toma de decisiones para el manejo de los ecosistemas acuáticos frente al cambio
global actual y venidero.
El incremento de la eutrofización y del CO2, también propicia el desequilibrio
ecológico nutrimental entre múltiples elementos químicos (Sterner y Elser, 2002).
La combinación de los efectos acumulados de la eutrofización antropogénica
sobre los procesos biogeoquímicos producidos en aguas limnéticas modifican la
estequiometría ecológica (C/N/P). Este desequilibrio consigue alterar la estructura
y sustentabilidad de un ecosistema en el sistema biológico y el estatus nutricional
con repercusiones en la sobrevivencia y el proceso de clonación de las VS. No
obstante, los patrones globales de la estequiometría N/P en ambientes limnéticos
y la relación entre macrófitas y eutrofización antropogénica son en gran parte
desconocidos (Yan et al., 2016). De hecho, para reflexionar sobre los ciclos
biogeoquímicos en la era del cambio global son las lagunas costeras de agua
dulce las que constituyen el ejemplo ideal, debido a que la gama de las
condiciones redox que existe en lagos permite la observación de numerosos
procesos químicos y bioquímicos que ocurren en los sistemas marinos y
terrestres.
En particular, el mecanismo fisiológico de resistencia adaptativa por NO3 y NH4 en
estequiometría C/N/P requiere más evidencias en especies sumergidas (Wang et
al., 2008, 2012; Xing et al., 2015), ya que el incremento en las concentraciones de
estas fuentes iónicas de N y del C en el ecosistema han registrado estrés en el
metabolismo y crecimiento de muchas especies (Duan et al., 2007; Short et al.,
2016), pese a que en las etapas de crecimiento y desarrollo las plantas son más
dependientes a la interacción C:N a través de la fotosíntesis (Raven et al., 2011;
Sardans et al., 2012). El suministro de N en exceso controla la capacidad de fijar C
(Foyer et al., 2001) y en consecuencia afecta la provisión de fuerza reductora y
ATP (Adenosín trifosfato) para culminar el proceso de asimilación de N reflejado
en su crecimiento clonal. Desde la perspectiva del patrón de asimilación de N, la clonación de Vallisneria y
prácticamente de la mayoría de las especies sumergidas con rametes
interconectados (crecimiento modular) se ha investigado poco (Li y Wang, 2011) y
aún menos su efecto interactivo con el incremento de C acuático. Además, como
el proceso de reproducción asexual domina diversos hábitats, ha aumentado el
interés por profundizar en la comprensión metabólica y ecológica de la integración
clonal (Roiloa et al., 2014, Dong et al., 2014; Liu et al., 2016). Adicionalmente, con
fines prácticos se ha sugerido abordar en las interpretaciones de estrés vegetal las
comparaciones estequiométricas de C/N/P, la construcción de redes metabólicas y
el estudio de estas redes en el crecimiento y desarrollo (Elser et al., 2010; Cease y
Elser, 2013).
El crecimiento clonal de la VS depende del ciclaje de C, N y P del ecosistema por
sus implicaciones directas en la fotosíntesis, síntesis de aminoácidos y la
acumulación de almidón y viceversa. Por lo tanto, un desbalance estequiométrico
ambiental puede provocar transformaciones aceleradas de nutrientes o incluso
alterar los procesos de ciclado en el ecosistema, provocando desconexiones y
restructuración entre las interacciones tróficas (Woodward et al., 2010; Glibert,
2012), las distribución taxonómica de diferentes especies (Sardans et al., 2012) e
incluso la pérdida de las poblaciones existentes.
De otro modo, la asimilación de C altera la condición redox celular, lo que influye
en el ciclo de nutrientes, de tal forma que los elementos pueden tener efectos
indirectos sobre el reciclamiento de C o pueden ser nocivos para las macrófitas
sumergidas al estar ligados metabólicamente; y aunque sus ciclos tienen estrecha
relación las modificaciones que provoca el incremento de N no han sido aún
resueltas (Touchette y Burkholder, 2007; Touchette y Steudler, 2009)
Actualmente alguno estudios proponen considerar la estequiometría ecológica
como un parámetro importante en las predicciones ante las consecuencias
ecológicas del cambio global (Woodward et al., 2010). Por ello, algunas
investigaciones han centrado el interés en el papel de la estequiometría ecológica
en las tasas de crecimiento (Allen y Gillooly, 2009; Sardans et al., 2012). Para la diversidad de la comunidad planctónica se ha asumido un promedio específico de
106:16:1 C/N/P de acuerdo a la relación Redfield. Aunque en diversos estudios a
nivel de muestreo y experimental se encontraron fuertes diferencias en la
composición molar C/N/P de los organismos, estas diferencias se han observado a
nivel de las funciones, morfologías e incluso en el tipo de reproducción de las
plantas; y a escala global al tipo de roca y el nivel de impacto antropogénico
(Romero et al., 2006; Elser et al., 2009; Sardans et al., 2012).
Esta investigación enfatiza la importancia de estudiar a V. americana, por ser la
angiosperma sumergida más vulnerada en los ecosistemas acuáticos de Centro y
Norte América a causa del enriquecimiento de N (Morris et al., 2003; Lauer et al.,
2011; Sánchez et al., 2012), así como ha sido V. natans en Asia (Chen et al.,
2013; Gu et al., 2016). Además, porque las variables externas, eutrofización e
incremento CO2 acuático, muestran pronósticos de incremento en su intensidad
durante las próximas décadas (MEA, 2005; Dokulil y Teubner, 2010; Raven et al.,
2011; Alexandre et al., 2012) se requiere hallar un modelo matemático que
explique el comportamiento de las mismas en el proceso de propagación clonal.
De acuerdo con lo anterior, resulta imperativo diferenciar el estrés causado por el
incremento en la concentración de NH4 y NO3 y distinguir el beneficio o perjuicio
del efecto combinado del C inorgánico disuelto en el proceso de propagación
clonal de V. americana (Ruiz-Carrera, 2009). Una estrategia multiparamétrica de
biomonitoreo de los ecosistemas afectados por el enriquecimiento de N y/o C
ambiental requiere de marcadores de estrés clonal integrados a las variaciones
estequiométricas C/N/P y las fisicoquímicas del medio; estos estudios en V.
americana resultan impostergables, por ser una especie emblemática en los
humedales (Elser et al., 2010; Cease y Elser, 2013).