Calidad del sueño en pacientes recuperados de COVID 19 y atendidos en el Hospital de Alta Especialidad de Villahermosa, Tabasco.

Abstract

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en el año 2020 la presencia de un nuevo virus que hasta la actualidad continúa siendo un gran problema de salud pública a nivel mundial debido al impacto en la población y los sistemas de salud, así como las repercusiones sociales y económicas que genera. La COVID-19 ha traído consigo altas tasas de morbilidad a nivel mundial, en México, es la segunda causa de enfermedades en la población siendo reflejado en la incidencia de los casos por COVID-19 y a la vez en las altas cifras de defunciones que se asocian a la presencia de una o más comorbilidades. Ha presentado mayor impacto a nivel mundial en todos los aspectos que engloba para repercutir la salud de la población a nivel individual y colectiva (González-Rodríguez y Labad, 2020). Las medidas implementadas por los organismos internacionales son el aislamiento, cuarentena, confinamiento y distanciamiento social. La COVID-19 es una enfermedad emergente. Debido al impacto que ha tenido la COVID-19 se han aplicado las medidas de mitigación para el control de la pandemia de diversas maneras. Las medidas de mitigación indicadas por las autoridades han tenido impacto en la población en cuanto al estilo de vida, reducción de la actividad física, cambios en la alimentación y factores en relación con la calidad del sueño. El sueño es vital para mantener una buena salud por lo que es decisivo en la liberación de hormonas, regulación de la función cardiovascular y glucosa. De acuerdo con la evidencia científica la percepción de una mala calidad de sueño tiene repercusiones negativas para el sistema inmunológico conllevando a la vulnerabilidad a enfermedades infecciosas (Alves y colaboradores, 2021). Por lo tanto, la COVID-19 ha sido un detonante para afectar mayormente a la población con estas características. La disminución de la calidad del sueño se asocia con una serie de enfermedades cardiovasculares y metabólicas (dentro de ellas las Enfermedades No Transmisibles [ENT] como la diabetes e hipertensión) debido a que la COVID-19 se asocia con más daño vascular por complicaciones (Bigalke, Greenlund y Carter, 2020). A nivel mundial, nacional y local a lo largo de las últimas décadas se ha presentado la prevalencia e incremento de Enfermedades No Transmisibles (ENT) con proyecciones para el aumento de personas con este tipo de enfermedades. La COVID-19 ha desenmascarado la gran problemática en la prevalencia de las ENT y la interacción de estas con dos o más comorbilidades, del mismo modo, con la presencia de la calidad del sueño como un factor asociado que predispone a la infección por este agente. En consecuencia, comprender la relación entre el aislamiento del hogar debido a la pandemia de COVID-19, la ansiedad y el sueño son relevantes para salud tanto a corto como a largo plazo.